miércoles, 14 de enero de 2015

Piquituerto común x Camachuelo europeo

   Junto con la del Camachuelo, la hembra de piquituerto puede ser considerada una verdadera reina de la hibridación. De hecho, hasta hoy y con seguridad, ha sido hibridada con: Canario, Jilguero, Pardillo, Verderón, Pardillo sizerín, Camachuelo mejicano, Trompetero, Negrito de Bolivia, Cardenalito de Venezuela y Cabecita negra. Por consiguiente, con casi todos los subgéneros del grupo carduelis: Spinus, Serinus, Acanthis, Choris, Carpodacus y Rhodopechys.
   La facilidad de hibridación nos facilita indicaciones sustanciales no sólo sobre la predisposición etológica de las especie, sino también sobre su posición sistemática y, por consiguiente, sobre su afinidad genética con otras especies.
   El género Loxia es, de hecho, muy antiguo, descendiente probablemente de un antepasado común al grupo de los Carduelis, hace alrededor de 10 millones de años.
   Seguramente, esta posición sistemática hace que este grupo de aves esté especialmente adaptado a la hibridación con todos los demás fringílidos, algo que nos viene confirmado por el gran números de híbridos obtenidos y también por el alto grado de fecundidad y de huevos eclosionados. A todo esto podemos añadir la docilidad de la hembra de Piquituerto, que se dedica a los cuidados del nido, de los huevos, de la prole, con absoluta tranquilidad y dedicación, muy a menudo estableciendo con el criador una verdadera relación de afecto y fidelidad.
   Sin duda, en la actualidad, los tiempos están maduros para otras hibridaciones no menos espectaculares y absolutamente posibles: con el Lúgano europeo, por ejemplo, pero también y quizás mejor, con el pequeño y redondeado verdecillo u otros exóticos. Confiamos en que los aficcionados sigan en esa línea de hibridaciones, empleando en el empeño un cierto número de parejas para incrementar las posibilidades de obterner huevos fecundos. De hecho, no nos resulta descabellado soñar con el esplendor de un pequeño pero macizo híbrido de Verdecillo x Piquituerto, con pico corto, pero cruzado, formas redondeadas y actitud despierta y cantarina. Esperamos poder verlo pronto.
   Otra línea también muy meritoria sería intentarlo con el Trompetero desertícola, verdadera perla del amplio espectro de los Fringílidos. Un pájaro bellísimo, magníficamente dotado del raro pigmento rojo, nunca realmente disponible y jamás hibridados hasta hoy, probablemente porque siempre se ha intentado la hibridación utilizando el sexo femenino.
   A este respecto, tenemos una teoría, sacada de una tentativa de hibridación con una hembra de camachuelo mejicano, que acabó en fracaso a pesar de que ambos componentes formaron pareja, copulando repetidamente e intercambiándose ofertas de alimento, y ello durante toda la temporada reproductiva. La teoría es que probablemente el macho Rhodopechys obsoleta presenta dificultades hibriatorias similares a las del macho de Camachuelo europeo. Su semen, perfectamente adaptado a las condiciones fisiológicas uterinas de la hembra de la propia especie, parece que es biológicamente poco eficaz en el útero de una hembra de diferente especie, hasta el punto de sufrir una agresión inmunológica y una "desactivación". Esta consideración sobre la eficiencia biológica del semen del macho, nos lleva a desplazar el campo de la hibridación utilizando el sexo femenino, al menos cuando pensamos en la hibridación del Trompetero desertícola con otros fringílidos.

   Y siguiendo con la búsqueda del " más difícil todavía ", ¿ por qué no intentarlo con el género Fringilla (Pinzón vulgar y Pinzón real)? Habría que intentar la hibridación incluso con algún canario africano, sobre todo el Alario, pero no en tiempos de escasez como el actual en que especies poco frecuentes deben destinarse a la cría en pureza, dejando la hibridación para tiempos mejores.
 
   En este caso nos ocupamos de un híbrido rarisimo, en el que se ha utilizado el macho de Piquituerto común con hembra de Camachuelo europeo. logro de Patrizio Salandi.
   Los intentos se prolongaron durante 6 o 7 años, pero sin éxito; huevos fecundados (2/3 por nidada), sin que ninguno llegase a eclosinar. Y si pensamos en 5/5 nidadas por año, estamos hablando de alrededor de 8 huevos fecundos por temporada sin eclosionar.
   Finalmente, sonrió la fortuna: 5 huevos, 3 fecundos, 2 eclosiones. Uno de los pequeños, que nació más débil, moría casi inmediatamente; el otro se confió a Canarios y fue regularmente alimentado con insectos cocidos congelados, huevos revueltos con leche, cocidos en el microondas y semillas germinadas enjugadas con pasta.

Fuente: Ornitología práctica nº 54

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